Desde la ventana de mi habitación imaginé un atardecer para
nosotros dos. Contemplábamos el final de nuestro primer día juntos. Ese punto
en mi vida, ese “antes y después”. Te abracé, tú lo hiciste también, guardé en
mi memoria la tibieza de tu cuerpo, el aroma de tu cabello, tu lento respirar.
(Nos volveremos a ver pero no quiero nada de esto olvidar).
Tus dedos caben perfectamente entre los míos, desearía que
se quedaran ahí una eternidad más. Mis brazos se enamoraron de tu cintura, mis
oídos de tu voz, mis ojos de los tuyos. Y yo… yo te amaré aún más, hasta donde
el corazón me lo permita. Sabía que existías y los ojos pronto tendrán de ello una garantía. Te quiero tanto, quisiera dejar las palabras un poco de lado y con
acciones demostrártelo.
Imaginé un atardecer para nosotros dos, con un beso lento
bajo un cielo color rojo y lavanda. Acaricié tu espalda, te acerqué hacia a mí.
Me diste el inmenso regalo de poder jugar con tus labios a hablarnos sin
palabras.
Habrá un día después de este, pero este atardecer está por
terminar, está por desvanecerse.
Desde la ventana de mi habitación nos imaginé a nosotros dos.
Prefiero mil veces un atardecer ficticio, contigo, a uno real sin ti.
(No puedo esperar para esa perfecta ficción poder vivir)...
No hay comentarios:
Publicar un comentario